¿A cuántos nos ha pasado que compramos algún producto de salchichonería en nuestro supermercado favorito y al llegar a casa, nos encontramos con una sorpresa, muchas veces desagradable, acerca de lo que pedimos? Por ejemplo, un simple jamón de pechuga de pavo natural en rebanadas delgadas, se transforma en un mazacote de trozos de carne de distintos grosores y texturas que van desde el centro del paquete de jamón, hasta las orillas. Parece que les hicieron un nudo al empaquetar el trozo y se quedó permanentemente marcado en la carne. ¡¡No mamen!!!
He intentado romper la maldición yendo a distintos supermercados en distintos lugares. He usado distintas maneras de hacer mi solicitud: desde hiper amable, que implica usar diminutivos indiscriminadamente:
– Hola. Muy buenos días. ¿Sería tan amable de darme medio kilito de jamoncito de pechuguita de pavo natural marca XXXXX (coloque aquí la que más le agrade) por favor? Si no es mucha molestia, rebanadas delgaditas por favor. Como si fuera para bebé si fuera usted tan amable.
Y te responden:
– No quiere pechuga salteada YYYYY la tenemos en oferta.
Ah porque ahora son «embajadores» de marca y a huevo te quieren vender algo de la marca que llevan bordada en la cofia o en la batita que les dan. Vamos, eso lo entiendo. Tal vez les den comisión por ventas. Pero si les estoy indicando la marca XXXXX explícitamente, ¿Qué chingados me tienen que llevar la contraria? Ni siquiera la venden bien. Podrían estar preparados con una rebanada de cada producto que quieren vender y realizar el approach de una manera más asertiva.
– ¿Gusta probar este producto que tenemos en oferta? Si le gusta llévese 100 gramos a casa y para la próxima ya sabe que somos una alternativa a XXXXX.
También he llegado con maneras mierderas sin rayar en lo grosero, onda bossy como para que me obedezcan y cumplan mi petición:
– ¡Hey! Quiero medio kilo de perchuga de pavo natural XXXXX. Y te voy a pedir que sean rebanadas delgadas y simétricas porque te juro que regreso, me quejo y devuelvo el jamón si llego a mi casa y no lo encuentro como lo pedí. Sin ofender. Gracias.
¡Carajo! Mismo resultado.
No siempre es el mazacote de carne. A veces parece que todo está bien y que por fin obtuviste lo que pediste, pero no. «Puras habas» – diría mi mamá – Al llegar a las rebanadas de en medio, te encuentras con un pedazo de plástico del empaque o una rebanada pellejuda o grasienta o la «malaondez» que te dejó el que te atendió materializada en rebanadas que, simplemente, no saben igual que las otras. ¡No mamen! ¿Qué pedo? ¿Porqué es tan dificil?
En una muestra de 30 visitas de hasta 5 tiendas y departamentos de salchichonería con pedidos de 4 productos distintos, sólo 12 veces recibí lo que pedí, ni más ni menos. Sólo el 40% de las veces obtienes el servicio y producto que esperas. Es una pésima estadística para un auditoría de control de calidad. Pero no hay alguien que te pregunte acerca de las carnes frías que compras.
– ¿Hola qué tal? Disculpe la pregunta. Cuando consume su producto ¿es lo que había solicitado? ¿Ha cubierto sus expectativas el dependiente que lo atendió?
Ni madres. A nadie le importa, más que a ti, lo que recibes de ese departamento. Curiosamente, está como en el limbo de las tiendas. O hasta atrás escondido en una esquinita y que tengas que recorrer la tienda hasta encontrarla. O en una isla estratégicamente ubicada para que la encuentres a huevo y no se te ocurra llegar a tu casa sin un producto de salchichinería. O sea, como que es parte y como que no.
No sólo es el jamón de pavo. Tambien pasa con jamón serrano e ibérico, salami, jamón gourmet (ese que tiene madre y media en la orilla y que lo hacen ligeramente más rico que el estándar), jamón de pierna de cer
do, en fin. Con cualquier carne que pida en esa mentada área de salchichonería de casi cualquier tienda.
Por esto me pregunto. ¿Habrá una conspiración en la que les han instruído para que el cliente nunca esté satsifecho con sus carnes? ¿Alguien llevará la estadística de cuántos «asociados», «dependientes», «empleados», «ejecutivos de venta al menudeo», «intermediarios de las carnes frías y el consumidor», «embajadores de marca», «técnicos rebanadores salchichoneros» se suicidan al año?
¿Será como los dentistas? Dice la leyenda que tienen el índice más alto de suicidios entre las profesiones. A mi me parece una mamada. Digo, no me late estar oliendo el aliento putrefacto y la halitosis de mis clientes para poder hacer mi trabajo. Pero eso a suicidarme porque me dedico a la dentadura, ya está cabrón.
¿Será que estos seres no son felices y el estar en la isla de la salchichonería necesitan librar su miseria haciendo mal su trabajo?
Son muchas cuestiones… sin respuesta.
Pero llegará el día en que pida jamón de pechuga de pavo natural Zwan en rebanadas delgadas y que estando en casa me encuentre precisamente con eso: rebanadas delgadas de pechuga de pavo natural zwan perfectamente acomodadas. Envueltas cuidadosamente por alguien que sabe lo importante que es hacer cada actividad de su vida, lo mejor posible. No sólo por gusto o profesionalismo, sino porque se crea el hábito de hacer siempre las cosas bien y lo mejor posible.
El proveer de carnes frías adecuadamente a tu cliente te puede hacer mejor persona.
L A.S. H.S.